reportaje:
--- Premio en Periodismo Científico: Viaje a la mente
investigaciónSorprendentes
estudios encuentran que meditar en forma continuada transforma la
estructura del cerebro. Y, de paso, hace más feliz a la gente.
El
pasado mes de noviembre, el Dalai Lama logró algo que ningún otro líder
espiritual ha conseguido hasta ahora: dar un discurso ante la Sociedad
para la Neurociencia, una audiencia compuesta por los más importantes
investigadores del cerebro, del mundo. "Me alegra notar que entre
algunos neurocientíficos existe un creciente interés por involucrarse en
conversaciones más profundas con las disciplinas contemplativas
budistas", dijo en su intervención.
En
efecto, durante los últimos años, una serie de estudios de
universidades como Harvard, Yale y MIT han llegado a importantes
conclusiones sobre los efectos positivos que la meditación provoca en el
cerebro. Y desde 2002, una docena de monjes tibetanos se han pues to en
las manos de Richard Davidson, un prestigioso neurocientífico de la
Universidad de Wisconsin, en Madison. Los resultados de sus
investigaciones apuntan a que, gracias a las miles de horas de practicar
la meditación, los monjes han alterado la estructura y el
funcionamiento de sus cerebros.
Las
reacciones en contra de la conferencia del Dalai Lama ante la comunidad
científica no se hicieron esperar. Muchos se quejaron de que la
decimocuarta encarnación del Buda no está calificado para hablar de la
ciencia del cerebro. Más aun, afirman que su sola presencia borra la
distinción entre la ciencia y la fe, un álgido tema de debate en Estados
Unidos por estos días.
Medir la felicidad
Sin
embargo, los estudios de Davidson, aparte de sorprendentes, son
científicamente sólidos. En 2002, su equipo de investigadores puso 128
electrodos en la cabeza calva del monje Mathieu Ricard, quien tiene en
su cuenta personal más de 10.000 horas de meditación. Le pidieron que
meditara sobre el amor incondicional y la compasión. De inmediato, el
aparato de medición de ondas cerebrales empezó a registrar una actividad
tan poderosa de rayos gamma, que los científicos creyeron que había una
falla en la máquina. Dichos rayos, usualmente muy difíciles de
detectar, están asociados a los procesos de atención.
Conforme
Davidson continuó sus investigaciones, llegó a resultados más
importantes. Comprobó, por ejemplo, que los monjes generaban 30 veces
más rayos gamma que un grupo de estudiantes universitarios sin
experiencia en la meditación. También observó que en los tibetanos el
origen de la actividad cerebral estaba ubicado muy a la izquierda de la
corteza prefrontal. En estudios precedentes, Davidson había probado que
las personas con tendencia a las emociones negativas muestran patrones
de actividad en el lóbulo prefrontal derecho mientras que aquellos que
tienen un temperamento positivo generan actividad en el lóbulo
prefrontal izquierdo. Conclusión: los lamas son más felices que el resto
de los mortales.
Dos tradiciones
Tenzin
Gyatso, mejor conocido como su Santidad el Dalai Lama, ha sido siempre
un curioso de la ciencia occidental. De pequeño era capaz de arreglar
desde un reloj hasta un proyector de películas. Incluso reparaba carros.
"Las áreas de la ciencia que he explorado a lo largo de los años son la
física subatómica, la cosmología, la biología y la sicología", afirmó
en su discurso.
Su intervención
fue una oportunidad de oro para promover uno de sus conocidos objetivos:
la alianza entre el budismo y la ciencia occidental. Para el Dalai
Lama, ambas tradiciones tienen varios denominadores comunes. Las dos
desconfían de las nociones absolutas, como Dios o el alma, y ambas hacen
énfasis en la importancia de la experiencia empírica.De hecho, el Lama
ha manifestado en varias oportunidades que le gustaría someter a pruebas
científicas varios de los postulados del budismo. Así mismo, promueve
que la ciencia occidental se abra a principios del budismo, como la
compasión y el respeto por todos los seres vivientes.
Las
investigaciones de Davidson, así como las de Sara Lazar, de la
Universidad de Harvard (ver recuadro), ayudan al objetivo del Dalai
Lama. "Han permitido presentar la meditación de una manera más integral,
pues muestran la experiencia subjetiva de la meditación desde el punto
de vista objetivo de la ciencia", afirma Mauricio Roa, sicólogo y
director del Centro Yamantaka, que traerá al Dalai Lama a Colombia el
próximo mayo.
Quienes critican
estas investigaciones argumentan que en éstas la ciencia es lo menos
importante. Le tachan a Davidson ser un seguidor del Dalai Lama, cuando
los científicos deberían mantenerse alejados de creencias religiosas e
ideologías políticas. Pero Davidson hace caso omiso de estas críticas.
Para él, la cercanía al Dalai Lama -a quien conoce desde hace casi 15
años- ha beneficiado sus investigaciones y su propia búsqueda
espiritual.
Mas aún: los últimos hallazgos de Davidson
sugieren que la meditación modificaría los centros emocionales del
cerebro. Si, en efecto, la meditación mejora significativamente la
capacidad para generar procesos afectivos, Davidson sería el primero en
probar que ésta tiene efectos positivos sobre condiciones como la
depresión. Además, demostraría científicamente que los seres humanos
pueden volverse más compasivos gracias a una sencilla y poderosa
práctica mental.
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